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Historia:
En su origen, el cuento de “Los tres cerditos” estaba incluido en el libro “The Nursey Rhimes
of England” de James Orchard Halliwell-Phillipps; no obstante, la versión más
similar a la que conocemos hoy en día sería
la de Joseph Jacobs de 1890, que se encuentra dentro del libro “English Fairy
Tales”.
El éxito de esta historia sin embargo, se lo debemos
fundamentalmente a la versión de dibujos animados de Walt Disney en 1933.
Como curiosidad, decir que el autor decidió que fueran tres
los cerditos de la historia porque para él, era el número ideal para reflejar
los valores del cuento y dinamizar el desarrollo de la historia.
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Resumen:
Érase una vez tres cerditos que vivían a las afueras del
bosque con sus padres, hasta que estos decidieron que había llegado el momento de
que se independizaran. Por tanto, cogieron sus pertenencias y se dirigieron
hacia el bosque a construir su propia
casa.
El primero de los hermanos, que era muy vago, construyó su
casa con paja, por lo que la terminó en una hora y se fue a jugar al bosque; el
segundo hermano era muy glotón, así que decidió construir su casa con ramitas
de madera, lo que supuso que en dos
horas ya estuviese terminada, por lo que se fue a comer y a jugar con su
hermano. El tercero de los cerditos, en cambio, era muy trabajador, así que pensó
que las casas de sus hermanos resistirían muy poco tiempo en pie, de modo que
él decidió construirla con cemento y ladrillos, lo que le llevó todo el día
trabajando mientras sus hermanos jugaban y se burlaban de él por trabajar
mientras ellos se divertían.
Al llegar la noche, comenzaron a oírse los aullidos del lobo,
así que los tres cerditos decidieron ir a refugiarse a sus respectivas casas.
Cuando el lobo se acercó a la casa de paja, con solo un soplido se derribó, así
que fue corriendo a la casa del segundo hermano; después, el lobo se dirigió a
la casa de ramitas de madera en la que estaban los dos hermanos, y al segundo
soplido del lobo, la casa se cayó también, por lo que ambos cerditos decidieron
correr a casa del tercero, pensando que no les dejaría entrar después de
haberse pasado el día riéndose de él. Cuando llegaron a casa del tercer
hermano, éste les preguntó si verdaderamente debería dejarles entrar tras
haberse burlado todo el día de su trabajo, sin embargo, tras pedir perdón les
dejó pasar, y al llegar el lobo, por mucho que sopló no consiguió derrumbar la
casa, de modo que los tres cerditos se salvaron de las garras del lobo feroz.
El cuento hace referencia principalmente a dos valores fundamentales para la vida; el esfuerzo y la solidaridad.
-El esfuerzo se
hace presente a la hora de construir las casas; mientras los dos primeros
hermanos no se esfuerzan en su trabajo y buscan tardar lo mínimo para poder ir
a jugar y disfrutar del tiempo libre, el tercero se esfuerza por construir bien
su casa, aunque esto le supusiera dedicarle todo el día. Al final del cuento se muestra el valor que
tiene el esfuerzo dedicado a la construcción de la casa, así como sus consecuencias;
de forma que el sacrificio del tercero merece la pena cuando por mucho que el
lobo soplara, lo conseguía derribar la casa.
-La solidaridad se
puede observar en el cuento en el momento en el que los cerditos acogían a sus
hermanos sin pedir nada a cambio una vez derribadas sus casas; especialmente
cabría destacar la solidaridad del tercero, que a pesar de haber estado
soportando todo el día las risas de los demás, al final les acoge
generosamente.
Por último, destacar también el valor de la cooperación, que aunque
en algunas versiones, como la que he elegido, no se menciona; en otras se hace
presente cuando todos los hermanos se ayudan para encender la chimenea y que el
lobo se queme al caer por ella.
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Edad y
curso para trabajarlo:
Pienso que es un cuento adecuado para trabajar a cualquier
edad, ya que los valores que contiene no dejan de tener importancia
independientemente de los años; sin embargo, creo que una buena edad para que
los niños comprendan el mensaje y sepan aplicarlo a su trabajo es a los 7 años, es decir, en 2º de Educación Primaria.
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